VÍCTOR SALAS, EL FOTÓGRAFO AGREDIDO POR UN POLICÍA, BUSCA AL CULPABLE

“PARA MIS HIJAS, LOS CARABINEROS SON LOS MALOS”
Fuente: La Nación
No se puede agachar, duerme sentado y no sale de su casa. Al reportero gráfico de la agencia EFE le cambió la vida el 21 de mayo, cuando un uniformado de traje verde y montado en un caballo casi le vació el ojo derecho mientras captaba imágenes en Valparaíso. Por ese ojo no ve nada. “Es como si estuviera nadando en una piscina con aceite”, dice, mientras sus hijas juegan a pillar a los malos. Se ponen lentes oscuros y gritan: “Vamos a buscar al carabinero que le pegó al papá”. Víctor Salas tiene un sueño recurrente: un carabinero se le acerca y le da un palo en la cara. El sueño es tan real que no puede evitar el gesto y cierra el ojo derecho, entonces despierta sobresaltado y adolorido, porque incluso cerrar el ojo para él es revivir nuevamente el golpe que recibió ese 21 de mayo. Siente el mismo dolor, porque aunque ha pasado más de un mes, el sufrimiento no da tregua. De día se protege con una especie de mascarilla de acrílico que se sostiene con cintas adhesivas. Víctor Salas ha llorado todo lo que no había llorado en sus 34 años, pero por ahora no le importan las indemnizaciones. "Lo único que quiero es que Carabineros me diga quién fue el que me pegó". Dime qué ves por ese ojo ahora. Nada. Es como si estuviera detrás de un vidrio empañado, tengo una pelota de gas y cuando miro hacia abajo esta pelota sube, entonces puedo apreciar algo borroso, es como si estuviera bañándome en una piscina con aceite. ¿Y qué hace un fotógrafo con esto? Nada, es como si estuviera ciego. Ni siquiera puedo caminar un metro sin caerme. Por eso no puedo salir solo a la calle. Desde que salí del hospital tengo que dormir semisentado y tengo que ponerme esta mascarilla en el ojo porque incluso mi hija Caryn, la más chica, que tiene cuatro años, a veces juega conmigo y me pasa a llevar sin querer. Mi cabeza nunca tiene que bajar al nivel del cuerpo por el tema de la presión sanguínea. Si la giro un poco me puede quedar la embarrada. ¿Qué recuerdos tienes de ese 21 de mayo? Cuando el policía me pegó el palo, yo caché altiro que había dañado mi ojo derecho. Ese día me estaba trasladando de una esquina a otra para poder captar a un grupo de manifestantes que estaba siendo agredido por los carabineros. Había mujeres, gente con paraguas, gente que no estaba haciendo nada en ese momento. Alcancé a tomar fotos de esa golpiza y terminé la secuencia. De repente veo que se me acerca un carabinero a caballo con una fusta en la mano y yo levanto la cámara para que viera que era fotógrafo, también vio mi arnés, era imposible dudar que era de prensa. Se acercó y le dije: "Oye, loco, tranquilízate", porque caché que me iba a pegar. Cuando pensé que había pasado, el carabinero avanzó un par de metros y me pegó de lleno en la cara. Alcancé a parpadear y supe que era grave. Pero alcanzaste a tomarle fotos, incluso. Fue a lo primero que atiné. Lo perseguí unos metros y disparé lo que pude. Yo gritaba: "Loco, me reventaste el ojo", pero a la vez también pedía auxilio. Disparé lo que pude y salí corriendo. ¿Alcanzaste a fotografiar su cara? Yo no, pero sí mis compañeros que estaban cerca ese día. Esas fotos están y se las pasé a la fiscalía. Víctor abre su notebook y despliega las fotos que guarda del carabinero. Cuenta que prefiere que la prensa no las publique hasta que se cierre el proceso. "Es para no entorpecer la investigación", advierte. En la secuencia que logró con la ayuda de otros fotógrafos amigos que estaba en el mismo lugar ese día, se ve claramente la cara del carabinero que lo agredió, un número en el casco y el color de las patas del caballo que montaba el acusado. Las fotos son muy claras. ¿Carabineros ya lo identificó? Ellos están haciendo un sumario, pero dicen que andaban muchos carabineros ese día; sin embargo, no vi más de siete en el sector donde estaba. Las fotos se las pasé hace una semana, ya deberían saber quién fue, pero todavía nada. Obviamente ellos saben quién me pegó, quien fue también lo sabe y los que lo acompañaban también. Carabineros lo sabe desde el primer día. O sea, ¡qué te puedo decir! Si yo veo llegar a mi hija del colegio con un lápiz que no le corresponde, yo le digo: "Mijita, vaya a devolver el lápiz". Me imagino que ellos deben tener algún orden en alguna parte. O sea, ha pasado un mes,¿y todavía no saben quién fue? ¿Habías recibido golpes de carabineros antes? Sí había recibido. Hace un año, para una protesta de estudiantes, me había llegado un puntete en las canillas. Esa vez le tomé un par de fotos al carabinero, por si acaso me hubiese fracturado. A los 15 minutos llegó de nuevo y me dio otro puntete. Era el mismo carabinero. No digo que sean todos, pero hay gente que se dedica a eso, hay quienes pierden los estribos. Ha pasado un mes y todavía no han llamado para pedir disculpas; afortunadamente, mis jefes me han ayudado en todo y me han dicho que sólo me preocupe de recuperarme. ¿Cómo han tomado esto tus hijas? La mayor, Colette, que tiene nueve años, vio las noticias el mismo día. Y ahora los carabineros son lo mismo que los maleantes para ellas, son los malos. Aquí nunca nadie les habló mal de Carabineros, pero qué más pueden decir si vieron todo en la pantalla, a su papá sangrando. La otra vez se pusieron unos lentes oscuros las dos y salieron al patio, gritaban: "Vamos a buscar al carabinero que le pegó al papá". ¿Qué sigue ahora en lo judicial?
El proceso está en la Fiscalía Militar y mis abogados liderados por el penalista Alfredo Morgado ya se hicieron parte de ese proceso. Yo quiero saber quién me pegó, quién fue el culpable, no sólo de pegarme a mí, sino que también a toda esa gente inocente que estaba a mi lado ese día. A pesar que han sido días súper duros, he llorado harto, más que nunca, pero siempre piola, con mi señora, en mi pieza. Mis hijas me tienen que ver como un roble, por eso voy a llegar hasta las últimas consecuencias.