Por Victoria Lozano
Luego que los desechos químicos vertidos en el Río Cruces, por Celulosa Arauco y Constitución SA causaron el año 2004 la muerte de la población de cisnes en el Santuario de
Teresa Nahuelpan, miembro del Movimiento por
“El rumor de que instalarían una Celulosa aquí en Mehuín- territorio mapuche Lafkenche - comenzó el año `94, cuando en las comunidades nadie entendía muy bien de que se trataba, sabíamos sí, que era una millonaria inversión que proyectaba 5 mil puestos de empleo, por lo que todos los países sudamericanos la querían”, recuerda Nahuelpan.
Orgullosamente y tal como respalda el documental “Ciudad de papel” que versa sobre la debacle ambiental producida posteriormente, el entonces Presidente de
El Santuario Carlos Anwandter se encuentra en los humedales del río Cruces y albergaba la colonia más grande de cisnes de cuello negro de toda la distribución sudamericana, así como una importante reserva de aves, animales y diversas especies de vegetación.
CEMENTERIO ACUÁTICO
“A los dos meses de funcionamiento de la planta, los vecinos y comunidades aledañas comenzaron a sentir los olores insoportables que emanaban de la industria, los niños vomitaban y las personas comenzaron a enfermarse. Hasta que Valdivia se organizó y protestó, logrando la implementación de filtros que disminuyeron el impacto de los gases, aún cuando eso era una falta gravísima, ya que el Estudio de Impacto Ambiental presentado por la empresa aseguraba que los olores no serían percibidos por el olfato humano ni dañinos para la población.
La solución no fue por su política de empresa ni por obligaciones del Gobierno, sino que sólo se resguardó a la comunidad una vez que se hizo una fuerte y decidida presión ciudadana”.
Posterior a esta situación, el año 2004, vecinos y organizaciones ciudadanas y ambientales detectaron y denunciaron que en las aguas del humedal, los cisnes flotaban muertos.
“Un cementerio acuático, donde sólo hay agua contaminada y casi no queda vida”. La denuncia y lucha comenzada por
Mientras, la propuesta de las autoridades, en voz del entonces Presidente Ricardo Lagos, fue que se solucionaría la contaminación del río, trasladando los desechos al mar.
EL DUCTO DE CELCO
Para cumplir con la condición de no seguir asesinando el Santuario, la celulosa ha iniciado los procedimientos que le permitan desparramar su basura industrial en el océano, a través del Ducto de Celco, en Mehuín.
“Al principio, la comunidad completa se opuso a esta construcción, pues sabíamos que esto acabaría con la vida tradicional de la zona.
La pesca artesanal, el turismo, el comercio y la vida tal como la conocemos los habitantes de este lugar cambiará arruinando la calidad de vida y destruyendo un espacio resguardado ancestralmente, pues el trazado del ducto pasa por cementerios y lugares de ceremonias sagrados para los mapuche”.
La estrategia utilizada por los habitantes fue evitar que Celco pudiera realizar los Estudios de Impacto Ambiental en la zona, pues “sabemos que una vez presentados, no hay vuelta atrás, las autoridades jamás se negarán a su construcción, sino que a lo sumo integraran cambios superficiales que les permita ajustar el papel a la ley”.
Para esto, la comunidad comenzó día y noche vigilias organizadas que significaron que cada vez que un barco de Celco se acercó para poder hacer los estudios, el mar fue tapado con redes y los botes de las caletas contiguas se desplegaron evitando el paso del barco y obligándolo a retirarse sin que pudiera cumplir sus objetivos.
El año 2006 la comunidad protagonizó la emblemática “Batalla de Mehuín”, en la que se enfrentaron a los barcos de Celco que esta vez vinieron resguardados por
Finalmente y tras un violento enfrentamiento,
“Nos quedó claro que
LEGAL PERO ILEGITIMO
“La construcción del ducto está encaminada, pues la empresa ya presentó los informes que la legislación requiere, sin embargo, nosotros sabemos que esos informes son falsos, pues hemos evitado por más de diez años que sus barcos ingresen a realizar los estudios.
La construcción de este ducto viola
A su vez, el Convenio 169, del que Chile forma parte, señala que toda intervención que afecte directamente a los pueblos indígenas debe ser consultada y estar orientada a llegar a un consenso, y lo que aquí se ha hecho es instalar mesas ciudadanas que no tienen ningún poder resolutivo o vinculante”
El 14 de octubre de este año,
“En Chile el Convenio 169 no se está cumpliendo. Los Pueblos Originarios no estamos siendo respetados en nuestra cultura, territorio ni forma de vida por la que hemos optado. La salida del ducto al Mar, no sólo implicará envenenar los alimentos con los desechos tóxicos de Celulosa Arauco; será también la alteración de equilibrios que la empresa se ha empeñado en romper, sin ni siquiera llegar a entenderlos.