Hoy estoy de cumpleaños, y la edad que cumplo me hace reflexionar y analizar, y más que eso, meditar en la persona que soy, mis raíces y recordar mi caminar a través de todos estos años, en que he tenido por fortuna elegir mi propia opción de vida.
Debo confesar que he llegado a la conclusión que soy feliz y afortunado.
Feliz, porque como hombre, padre y profesional he cumplido lo mejor que he podido; tal vez no soy el hombre perfecto o el padre perfecto, lo que sí puedo decir es que he dado todo de mí por tratar de serlo.
Aprendí que siempre hay gente dispuesta a criticar, pero ya no me complica lo que se diga de mí, porque me avala un pasado, bueno o malo, es mi vida y no reniego de ella.
Doy las gracias a mi compañera, amiga y cómplice de mis luchas y a mis hijos, familia, amigos y compañeros de trabajo por formar parte de mi mundo.
Afortunado, porque he pertenecido a una de las familias más numerosas y solidarias que es mi Partido Comunista; es lo primero que he sido antes de ser padre o esposo, he estado con mi familia en las malas y en las malas y ella me ha enseñado valores que no se encuentran en los libros, aprendí del corazón de mi pueblo, de los viejos que venden un pan de conciencia, que puta que cuesta caro. Esos valores los he llevado conmigo toda la vida y he tenido la suerte de aprender y conocer tantos compañeros que han pasado a integrar mi familia, en esos momentos más difíciles de mi vida.
En este día, hago un alto en el camino para mirar y agradecer a quienes están a mi lado y a quienes han quedado atrás en esta difícil senda de la vida, pero que siempre tendré en mi memoria, porque forman parte del hombre que soy ahora.