Alonso Fernando Gahona Chávez
CARTA A UN PADRE DETENIDO DESAPARECIDO
No sé como es que río en Septiembre. Se me ocurre que río para que no se trasluzca esta tristeza o para hacer que no se vea el dolor de la tragedia que siento aquí dentro.
La blancura gastada de mis dientes da cuenta del paso del tiempo así como el detestable clima a medias tintas de septiembre. Aquí papá no vuelan volantines, ni se escucha música de circo, no hay empanadas, ni bolitas, ni fondas, ni guirnaldas escolares que escondan la trampa del tiempo que va borrando hace treinta y un años las arrugas de tu rostro.
El mismo tiempo que gasta tu calva calavera abandonada por esos malditos de uniforme y va puliendo tus dientes, dejándome sin la posibilidad de reconocer por los errores de estos otros malditos ahora de uniforme blanco los huesos largos de tus manos, de tu espalda ancha, de tus piernas firmes, de todo ese esqueleto de superhéroe con el que me cargaste en los mil días allendistas agitando banderas llenas de amor, de libertad, de medio litro de leche para estos mismos huesos debiluchos que afirman mis manos para recordarte.
Septiembre, otro mes vertiginoso para todos, una especie de sándwich entre las vacaciones del colegio y fin de año. Para mi septiembre es negro, no es un mes más como casi para todos, es un mes mortal para mi y mis hermanos. Es un mes donde renace el dolor de no tenerte, de no reclamar contigo por lo injusto, de no despabilarnos en las noches de estrellas, de no discrepar contigo sobre mesas de diálogo, leyes del silencio, socialismos renovados, democracias representativas, informes de prisión política y tortura. Un mes entero de golpes, de asesinos impunes, de indultados, de informes Rettig sin nombres de criminales, de informes Valech borrados de culpables, de concertaciones cómplices.
Septiembre es un mes donde se pide permiso para pasar por fuera de la puerta humillada del compañero Presidente. Es un mes de discursos-reconciliaciones, de pactos subterráneos con las bestias que demolieron la construcción de un sueño. Septiembre no es ningún mes de la patria porque esta patria está incompleta, porque falta tu sonrisa que se ha ido descascarando en los recuerdos de un niño sentado en un árbol, cansado de achicar los ojos para ver tu figura lejana encorvada por el martirio, en un terrorífico rincón llamado tres y cuatro álamos.
Septiembre me recuerda miles de nombres amontonados en la igualdad de la palabra víctima. Septiembre es negro, no es patria, no es chicha ni limoná. Septiembre es calvario, es un cura muriendo con el perdón en los labios. Es José Manuel diciendo que te habían asesinado en el Nido 20.
Es Víctor Jara. Es mi hermana sentada en un banco con los pies sueltos esperando tu regreso. Es un general inmortal despedazado tan lejos de su tierra. Es olvido. Es acuerdos. Es matanza. Es disparos, ruidos, escapes, bandos, clandestinidad. Septiembre es sangre. Septiembre es un portazo que todavía duele, es la negación de tu existencia. Es caminar días enteros el largo camino que nunca más recorrerás con nosotros.
Papá... septiembre es tragedia porque no consigo de verdad, en lo profundo, reinventarme sin este dolor, sin sentir cada septiembre que vuelven a secuestrarte, que vuelven a mentirnos diciendo que no existes, que vuelvo a esperarte para que termines de una vez por todas por la mierda esa partida de ajedrez que dejamos inconclusa. Septiembre es tu cuerpo altivo acallado. Septiembre es tus ideas pisoteadas, desprovistas de razón y de sentido. Septiembre es mis ojos asombrados mirando una metralleta apuntando a mi cabeza. Septiembre soy yo a los siete años.
Septiembre son tus libros quemados en la plaza. Es tu carné del partido incinerado. Es tu puño censurado. Es Neruda diluviado. Es temblor, es pavor, es sorpresa. Septiembre es tu cuerpo cayendo al mar en la mentira de tu muerte. Septiembre es volver a desaparecerte.
Por suerte papá eso dura hasta el once. Porque el once de septiembre se despierta, el once renaces lentamente en este pueblo. Y revive tu fotografía y tu hazaña. Y revive Allende milenario. Y marcha con nosotros el mundo mejor anhelado. En septiembre papá comienza un nuevo año y todas las revoluciones comienzan nuevamente, florecen los árboles. En septiembre papá el rojo amanecer toma cuerpo. Vamos despacio pero vamos.
Y en septiembre entonces estás entero padre compañero, y te vienes conmigo a derrotar esta pena, iluminas el camino, la lucha, la entereza, la confianza, el mañana.
Y por suerte papá septiembre eres compañero, y es José Manuel riendo, y es Víctor cantando y su sonrisa de dientes blancos poderosos, y es Ester con el pelo suelto enfrentando con su cara linda el día que marchamos. Y es mis hermanos abrazándonos, reconociéndonos en banderas de colores, y es algarabía porque estamos vivos, porque la palabra víctima no te describe nada, sólo describe a los asesinos.
Y en septiembre se acaban los secretos, los acuerdos de pasillo, la censura... y tu nombre suena fuerte y queda escrito en las murallas por generaciones lejanas de ese otro septiembre silenciado. Y septiembre nos altiva, nos enciende la llama de la tarea inconclusa, la responsabilidad de las grandes alamedas, la dignidad de vivir la vida, y septiembre nos agranda y nos grita con fervor lo que nos falta.
Y septiembre es justicia por tu nombre, y en septiembre los asesinos pagan. Y en todos los rincones de esta tierra hay alguien que nunca olvida, hay alguien que desprecia los perdones, hay miles que encienden la esperanza y en septiembre renombran los caminos, en septiembre es coraje la memoria.
Y en septiembre y cada día para mi no hay perdón ni olvido. Hay memoria, sacrificio, orgullo y esperanza.
Alonso Fernando Gahona Chávez , fue detenido y hecho desaparecer el 8 de septiembre de 1975 por agentes del Comando Conjunto, integrado por funcionarios de la FACH, Ejército, Carabineros, Investigaciones y civiles colaboradores de la dictadura.