Desde hace un tiempo, por mi trabajo en las calles he tenido la oportunidad de ver algunas conductas violentas, cuyos protagonistas se escudan en diferentes uniformes.
Día a día en la tele vemos imágenes de protestas, pero ningún noticiero muestra “lo que no se vio”, me refiero a la forma violenta como se arresta a hombres, mujeres y niños. A menudo mi lente indiscreto capta esas imágenes de cómo se dan a diestra y siniestra puntapiés en tobillos y canillas, golpes de luma en las costillas, o en la cabeza -como a un conocido diputado- o se le retuercen en la espalda las muñecas a los detenidos para reducirlos, no hablo de delincuentes comunes, sino de hombres y mujeres humildes que desesperados protestan por su derecho a ser escuchados, por tener una casa digna, un trabajo, derecho a mejor previsión, por sus familiares detenidos, etc.
Si el público presente los increpa, se arriesga a correr la misma suerte, por eso cada día nos vamos haciendo más oveeeeejas. Nuestro silencio cómplice permite que los abusos continúen, espero que no por mucho tiempo. Acá uno es acusado y tratado como culpable sin derecho a pataleo, en base a presunciones.
La novedad es que ahora se están sumando otros abusadores de poder a la arenas, que son ni mas ni menos que: guardias del Metro, de supermercados y otros locales comerciales, que son ex uniformados de distintas ramas de las fuerzas armadas, que se dedican a hacer lo suyo. Para muestra estas imágenes, donde se aprecia como los guardias están parados con sus bototos encima de los tobillos, las rodillas y la espalda de un detenido que ya esta está esposado (y ebrio) tirado en el piso.
¿Se justifica tanta violencia con alguien en esas condiciones? ¿Quien le pone atajo a este abuso de poder? ¿Y si el próximo fuese uno de nosotros? ¿Qué dice la ley al respecto?