Por Alejandro Lavquén
La dirección del Partido Comunista de Chile ha hecho público el documento a discutir en el próximo congreso partidario, titulándolo “Convocatoria al XXIV Congreso Unidad y Lucha del pueblo para un gobierno de nuevo tipo”.
El documento, en general, presenta una visión crítica, nacional e internacional, del acontecer socio-político. En lo particular, si bien el diagnóstico de la realidad social en Chile es acertado, las propuestas de solución son las mismas que hemos leído en docenas de documentos anteriores y que no se han llevado a cabo. Y no se han llevado a cabo por una razón muy concreta: los comunistas no somos gobierno. En palabras simples: no controlamos el poder político, económico ni militar. Por lo tanto, nuestro norte debe ser construir orgánicas que se desarrollen, en la teoría y en la práctica, con el objetivo de alcanzar ese control. Esa debe ser la meta primera.
Lo “novedoso” en el documento, por razones obvias de coyuntura, es eso de alcanzar un gobierno de nuevo tipo, que se lograría construyendo una nueva mayoría social. Cito: “Si en la Concertación, en el Juntos Podemos y otras fuerzas de distinto signo, incluyendo vastos sectores independientes, se impone la convergencia como la forma de generar una nueva mayoría nacional, para realizar las transformaciones democráticas que requiere el país, entonces podríamos alcanzar un gobierno de nuevo tipo”. Decimos novedoso en el sentido de que por primera vez el PC, explícitamente, en su discurso, plantea una integración más que electoral con la Concertación. Es lo que se desprende de la lectura política del documento, sin duda.
De esta propuesta nacen varias preguntas, como, por ejemplo ¿Quién conducirá esa nueva mayoría social? ¿Se desvanecerá la Izquierda en una alianza burguesa-revolucionaria, por decirlo de alguna manera? ¿Se ha preguntado al pueblo izquierdista si quiere “unidad y lucha” para formar un gobierno de “nuevo tipo”, o quiere “unidad y lucha” para desarrollar una Izquierda popular y movilizada desde su propia identidad, sin estar condicionado a compromisos de las cúpulas? El documento no es claro en la definición de algunos conceptos políticos que deberían estar muy bien precisados. Como por ejemplo ¿Qué entiende la dirección del partido por revolución social en este momento? o ¿Qué significa, ideológicamente, ese gobierno de “nuevo tipo”? ¿Cómo se conceptúa en sus detalles?
Si la dirección del partido afirma que el principal “desafío político actual es desplazar a la derecha del gobierno”, no nos parece que la manera ideal de hacerlo sea aliándose con una Concertación que gobernó veinte años con la derecha. La Concertación se ha acomodado al sistema neoliberal sin pudor alguno. La rearticulación de la Izquierda pasa por desarrollar una política de masas eficiente y para eso se requiere de cuadros capacitados ideológicamente. Esto es lo primero que se debe resolver. Se debe ir a la bases, recuperar la credibilidad revolucionaria, la identidad de izquierda, y sacudirse del sectarismo partidario de creerse los dueños de la Izquierda.
Considerando el panorama actual, pensamos que es necesario reactivar algunos aspectos de la Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM) en una nueva etapa histórica, como por ejemplo, desempolvar el activismo, el panfleto, la prensa comunal, las grandes concentraciones, etcétera. La PRPM fue un acierto en años ’80, y sus elementos políticos de lucha popular de masas siguen vigentes, es sólo cuestión de adecuarlos a la actual situación política. En el prólogo a la edición alemana del Manifiesto Comunista de 1872, dicen Marx y Engels: “Ya el propio Manifiesto advierte que la aplicación práctica de estos principios (los que expresa el Manifiesto) dependerá en todas partes y en todo tiempo de las circunstancias históricas existentes”. Pues bien, este mismo criterio es aplicable a los principios de la PRPM, considerando que su esencia no varía, y no varía porque se sigue imponiendo la explotación del hombre por el hombre a través del neoliberalismo. Tan simple como eso.
La Izquierda debe reagruparse en torno a sus principios históricos vigentes y no alrededor de alianzas espurias ¿Qué clase de cuadros se podrían formar si lo hacen bajo el alero de las candilejas concertacionistas? A nuestro entender, la dirección del partido ha llegado a una etapa de comodidad parlamentaria y confunde pactos electorales con desarrollo de fuerzas revolucionarias. El desarrollo ideológico no se soluciona mediante alianzas con sectores ideológicamente embriagados por el capitalismo y su penetración cultural neoliberal. Se desarrolla asumiendo la visión materialista-dialéctica de la historia.
Por otro lado, en el plano interno, la orgánica ha perdido cohesión y está cruzada por problemas que las direcciones de células, comunales y regionales no asumen con la responsabilidad y la autocrítica que deberían. Lo que produce un estancamiento político territorial. Las direcciones siguen privilegiando el tareísmo por sobre el desarrollo político-ideológico basado en la discusión de ideas ¿Cuántos conflictos no solucionados siguen ocurriendo en gremios, sindicatos, juntas de vecinos, centros culturales, presididos por militantes comunistas? Mientras la dirección del partido siga aplicando el camino del avestruz –ante problemas internos complejos- iremos de mal en peor. En fin, un Congreso que recién abre su discusión y cuyas resoluciones son una incógnita.