Por: Jimena Villegas
El miércoles 8, mientras el país volvía a ser golpeado por una tragedia, esta vez la del horroroso incendio en la cárcel de San Miguel, una mujer, en pantalla y mientras caminaba rumbo a enterarse de que probablemente tenía un pariente entre los 81 fallecidos, golpeó a la periodista Mónica Sanhueza de CHV. El arrebato, lleno de furia y dolor, es quizá la mejor metáfora de la indignación que nuestra TV a veces provoca en el público: la gente está harta y no es tan difícil en este caso dar con algunos porqués.
Los canales desataron ese día un verdadero maratón de telerrealidad en torno a la peor tragedia en nuestra historia carcelaria. En ese universo paralelo, desbordante de desdicha, adversidad y sensiblería, no se percibió un solo intento consistente de buscar razones ni entregar contexto. El objetivo no era reflexionar ni preguntarse cómo en 2010, con US$10.299 de ingreso per cápita y regios indicadores económicos, nuestras cárceles padecen los mismos problemas que, dicen los historiadores, se sufrían a comienzos del siglo XX. Lo que se vio fueron más bien esfuerzos por mostrar espanto, que en este caso era la moneda de cambio para ganar en rating.
¿Ejemplos? Una estación, TVN, ofreció a través de su departamento de comunicaciones al resto de la prensa partes parciales de cómo fue ganando la carrera por la sintonía. Otra, CHV, optó por suspender su programación habitual y se colgó del “evento” en San Miguel hasta las 20:00 horas: ¿daba la envergadura de esta noticia para una decisión que obliga a usar material de relleno? Una tercera, Mega, en un rapto de auténtico mal gusto, mostró (aunque desenfocadas) “imágenes exclusivas” con los cuerpos de algunos fallecidos.
Un muy buen motivo para el resentimiento colectivo es, precisamente, esa falta de sensibilidad y respeto. En nuestra TV a los dignatarios, autoridades y personas bien se los trata de usted, a un preso en estado de shock y entrevistado por celular desde el estudio se lo tutea. Puede que ese contacto con un protagonista de la tragedia a sólo horas del incendio tenga valor periodístico; el clasismo no lo tiene.
Pasado el frenesí del día, a la hora de los telediarios centrales tampoco hubo buenas noticias. Tras muchos minutos de abundamiento en esta “catástrofe dantesca”, casi sin respiro ni quiebre pasamos a otras noticias de la actualidad local: el fútbol. Y una vez más, en los resúmenes de lo acontecido en San Miguel durante la jornada, hubo música de fondo: en el universo paralelo de