Tratando de explicar lo inexplicable, hoy la máxima autoridad de Carabineros y el comandante de la guardia de carabineros del Congreso Nacional intentaban justificar la presencia de un uniformado de civil en la protesta estudiantil de Valparaíso, que supuestamente se encontraba encubierto (disfrazado de encapuchado) cumpliendo labores para controlar el orden público.
Como fue descubierto, arrancó a refugiarse en la guardia del Congreso que lo acogió sin reparos y lo rescató en un vehículo policial.
Ante el escándalo que se produjo y los reclamos de varios diputados que no aprobaron este proceder, al general Aquiles Blu no le quedó más remedio que reconocer la existencia del protagonista de los hechos, pero aclaró que “no era un activista y tampoco estaba encapuchado, sino que usaba una bufanda (que no es lo mismo) para protegerse de los elementos químicos que ellos mismos estaban lanzando, ya que obviamente tenía que estar en igualdad de condiciones que el resto”. Se le olvidó decir que las piedras que andaba tirando y las actitudes de provocación estaban fuera del libreto, bueno pero eso sólo eso amerita que lo dejen 1 semana sin postre (sic).
Lo mismo ha ocurrido y sigue ocurriendo en Santiago, como lo han denunciado hasta el cansancio los estudiantes y dirigentes, pero el gobierno hace oídos sordos y le baja el perfil amparando el actuar de estos cobardes.
También se omite decir que estos” nobles infiltrados”, que aparentan velar por el bienestar del resto de los asistentes a las marchas y resguardar el orden, practican violentas y abusivas detenciones como lo demuestra la imagen captada hoy en la marcha estudiantil en Santiago, entregando a carabineros a los detenidos.
Basándonos en las explicaciones del general Blu, deberíamos suponer que el niño detenido que lleva este civil infiltrado no es un manifestante, sino que se está protegiendo de los gases para estar en igualdad de condiciones, además la desigualdad física entre ambos es evidente.
Esto demuestra cómo se puede acomodar el evangelio según la conveniencia de las autoridades, dejándonos a todos a merced de cualquier rufián que se haga pasar por policía cuando es sorprendido.