Hoy, después de una larga pausa que incluyó un breve descanso de este convulsionado día a día en las calles, reabro mi trinchera para denunciar que he comprobado una vez más la existencia de funcionarios en la institución de Carabineros que, a pesar de todos los mensajes y buenas intenciones que manifiestan sus superiores en los medios de comunicación, siguen decididos a tomar la ley en sus manos, no importando el juramento de prestar servicio y protección a la ciudadanía. Lo digo con conocimiento de causa, ya que desde mi trinchera fotográfica continúo recibiendo cobardes agresiones, encubiertas bajo acciones de resguardar el orden en manifestaciones sociales que me ha tocado cubrir, especialmente por las movilizaciones a causa del Transantiago y la debacle en que tiene sumida a la ciudad de Santiago.
Las agresiones a los miembros de la Prensa, lejos de parar se multiplican, eso sí ha cambiado su estrategia, ya que ahora en vez de que una patrulla patee a un camarógrafo indefenso en el suelo -imágenes que dan la vuelta al mundo y que ilustran muy bien la democracia en que vivimos-, ahora usan sus bototos con punta de acero para patearnos las canillas y pisarnos, las lumas para golpearnos las costillas, los zorrillos para gasearnos hasta casi dejarnos asfixiados en las calles y el guanaco para botarnos con sus chorros de aguas nauseabundas llenas de químicos.
Los que mostramos imágenes de estos abusos, somos tachados de “agitadores” y “conflictivos”, por desenmascarar estos abusos. Mientras tanto, su director habla en la televisión de sus bajas en combate, parece que se refiere a defensores del orden de otro país, porque está claro que esos valientes no son de Chile. Para ser justo, hay de todo tipo de funcionarios: respetuosos, solidarios, consecuentes y también las ovejas negras que desprestigian su institución. Es el colmo que estos malos elementos se defiendan diciendo que “no se dieron cuenta” que somos prensa, parece increíble que no sean capaces de LEER una manga amarilla que dice con letras de 6 cm de alto por 30 de ancho “PRENSA”.
Señor Director, me veo en la obligación de aclararle que sus buenas intenciones no sirven de nada, así como la carta que recibí como disculpa de parte de Carabineros por las comprobadas agresiones de las que he sido objeto, que me llevaron a presentar una querella en contra de la institución, estas palabras de disculpa son letra muerta en las calles de Santiago, se lo digo responsablemente, teniendo testigos y evidencia de los abusos contra la prensa.
En el pasado y olvidada está la reunión que representantes de su institución sostuvieron con el editor de nuestro semanario el SIGLO y el Colegio de Periodistas, donde manifestaron que tras estos “desafortunados hechos” contra el reportero grafico y sus periodistas no había una persecución política. Sin el ánimo de contradecir sus promesas incumplidas, le pregunto si no es una persecución política, cómo llamaría usted a los seguimientos realizados por parejas de agentes de carabineros de civil a pie y en autos sin patente, sin mencionar las amenazas recibidas en forma verbal y por celular, como en los tiempos de la dictadura.
Cuando hay manifestaciones, así como se resalta que los heridos de su institución son gente de bien y que tras ellos hay una familia, le pido no olvidar que nosotros también somos gente que tiene una familia que nos espera en casa, y sólo estamos haciendo nuestro trabajo que es informar.
Le expongo estos hechos para que de una vez por todas se tomen las medidas que terminen con estos abusos y los exaltados, los que se sienten “Rambos” criollos no se protejan tras un uniforme.
Jorge Zúñiga,
reportero gráfico
Semanario “El Siglo”.