Por: Manuel Cabieses / Director de Revista Punto Final
El primer mensaje presidencial de Sebastián Piñera se convirtió, como era previsible, en un acontecimiento dentro del empobrecido debate político nacional.
El discurso del 21 de mayo es el eje en torno al cual giran todavía las opiniones de los partidos, parlamentarios y comentaristas políticos. El pueblo, sin embargo, toma distancia, se refugia en su mutismo y sigue a la espera de una política diferente que lo tome en cuenta como actor principal.
El mensaje, en realidad, trajo pocas novedades. Fue sobre todo una repetición de las promesas que permitieron al magnate Sebastián Piñera Echenique convertirse en presidente de
Mientras el presidente Piñera -dueño de una fortuna de 2.200 millones de dólares según la revista Forbes- hablaba ante un semivacío Congreso Pleno con parlamentarios, embajadores y otros invitados que no ocultaban su modorra, miles de damnificados en las regiones de O'Higgins, Maule y Bío Bío padecían las consecuencias de las primeras lluvias y del frío, hastiados de promesas y sumidos en una desesperación que crece en forma amenazadora.
En la retórica de Piñera predomina un estilo empresarial. Su discurso es el de un gerente que traza perspectivas, fija metas y plazos, baraja cifras y notifica que se preocupará de controlar el cumplimiento de objetivos que espera alcanzar mediante un sistema de premios y castigos a los empleados. En este caso, se trata de un gerente que plantea metas a sabiendas que no será posible alcanzarlas. Pero este ardid le permite ganar tiempo, tranquilizar a sus partidos, introducir desconfianza entre los de oposición y fomentar ilusiones con ayuda de la poderosa maquinaria comunicacional que controla la derecha.
Piñera necesita superar rápidamente el 52% de apoyo que le entregó la elección presidencial. Por eso los anuncios tiran líneas para capturar sectores de
La visión del presidente Piñera, sin embargo, parece no asumir la realidad del país, situado en el mundo subdesarrollado y que padece problemas impensables en países avanzados. En su mensaje fue lamentable la omisión de la política internacional, que permitiría analizar las escasas posibilidades de Chile en un escenario de crisis mundial del capitalismo. Por eso varias de las promesas de Piñera vuelven sobre anuncios que ya se hicieron hace años, respecto a que Chile alcanzaría en breve tiempo el escalón de país del Primer Mundo. Así lo hicieron sucesivos ministros de Hacienda neoliberales, tanto de la dictadura como de
No obstante, en el plano propiamente político, el discurso de Piñera cumplió sus objetivos. Sobre todo mostró la astucia y pragmatismo del presidente. Mediante pases de magia política y una apenas contenida dosis de demagogia, logró sumir en la confusión a
El presidente Piñera se prepara a jugar ahora la baza de las reformas políticas que, por cierto, no contemplan la eliminación del sistema electoral binominal, factor que garantiza la perpetuación de dos bloques políticos con el reparto amigable de escaños en el Parlamento. Esto condena a las fuerzas políticas menores a convertirse en adherencias de
La astucia de Piñera se revela al definir sus políticas como "progresismo", situando sus propuestas en el mismo campo que representaron las de Frei y Enríquez-Ominami. Pero, ¿qué es el progresismo sino el nuevo nombre del eclecticismo y la ambigüedad política? Las propuestas "progresistas" benefician a los sectores acomodados, excitan las aspiraciones consumistas de la clase media y buscan la pasividad de los sectores populares mediante concesiones que no significan cambios reales en educación, salud, vivienda y -sobre todo- en la distribución del ingreso. ¿Se puede ser progresista sin tocar a las transnacionales, sin asegurar la equidad social y sin permitir la participación del pueblo en la construcción de superiores formas de democracia? El progresismo es un cuento infantil para ocultar el escapismo y traición de sectores vergonzantes que ayer fueron de Izquierda. Piñera -diestro en robar los huevos del águila de los negocios- se ofrece para encabezar un "progresismo" que es en realidad una operación de salvataje de la economía de mercado.
El presidente aprovecha, asimismo, el vacío ideológico y orgánico en
Artículos Relacionados:
¿Cuando se jodió la Concertación?
Los hermanos Piñera, el mensaje Presidencial y el robo del Cobre a Chile
Central de Noticias: Sebastián Piñera es electo Presidente de la República de Chile