Por: Níkolas Stolpkin
¿Sabes José? La primera vez que escuché tu nombre fue después de que hubieras recibido aquel premio Nobel de Literatura. No recuerdo bien desde qué año empecé a escuchar tu nombre, pero siempre que te nombraban se encargaban de poner aquel sello de “Premio Nobel”.
No le di mucha importancia a tu nombre, pensaba que eras un Nobel más deambulando por aquí y por allá. Únicamente sabía que eras un novelista. Más allá de eso no sabía nada más, además porque quizá en esos tiempos tenía un comportamiento infantil, hostil hacia toda literatura o a poder agarrar un libro. Pero pasó el tiempo hasta que superé aquel comportamiento infantil y tu nombre seguía dando vueltas por aquí y por allá. Y un día me enteré de tus certeras críticas al Estado de Israel y nos enteramos de tu apoyo al heroico pueblo palestino. A partir de ahí, dentro de mí ya dejabas de ser aquel “premio Nobel” simple. Ahora eras más que un “premio Nobel”, eras un hombre que merecías todo el respeto que merece tener todo buen hombre.
Reconozco que nunca en mi vida he leído una novela o ningún libro de tu autoría, quizá por algún desinterés personal o por tener la percepción, quizá errada, de que tus libros en las librerías no son muy baratos que digamos, al ser tu nombre un “premio Nobel” y al estar en la primera plana de los medios. Pero espero algún día poder leer tus obras. Tu pensamiento con respecto al pueblo palestino será suficiente para, en lo personal, tener algún acercamiento a tu obra. Más aún si naciste en el seno de una familia humilde, campesina, y tuviste una educación autodidacta.
Tu muerte me agarró por sorpresa ¿qué puedo decir? Ni siquiera sabía que estabas enfermo. Dicen que te has muerto de “leucemia”.
Sin duda que te lloverán homenajes, ya sabido de tu deceso. Y te lloverán homenajes muy merecidos por parte de personas que te quieren y respetan mucho como escritor o como persona. Yo soy el menos indicado para hacerte un homenaje. Pero este simple homenaje lo hago porque me agradaste, sinceramente.
Te recordaré como un buen tipo y por sobre todo por haber tenido muchos cojones a la hora de expresar tus pensamientos o críticas en medio de un mundo hipócrita que acostumbra a callar cuando no se debe callar y acostumbra a hablar cuando no se debe hablar.
Gracias José Saramago
Desempolvemos una conversación que sostuvo José Saramago con José Vericat, colaborador para
-¿Que propósito tiene su visita?
La intención ha sido de enviar aquí una delegación de miembros del Parlamento Internacional de Escritores para manifestar solidaridad a los narradores, poetas, dramaturgos palestinos.
-¿Que puede tener este conflicto Palestino-Israelí de particular?
Vamos a ver, esto no es un conflicto. Podríamos llamarlo un conflicto si se tratara de dos países, con una frontera y dos estados con un ejército cada uno.
De lo que se trata es de una cosa completamente distinta: Apartheid. Ruptura de la estructura social Palestina por la imposibilidad de comunicación.
-¿Qué piensa de Israel?
Un sentimiento de impunidad caracteriza hoy al pueblo israelí y a su ejército. Se han convertido en rentistas del holocausto. Con todo el respeto por la gente asesinada, torturada y gaseada.
Los judíos que han sido sacrificados en las cámaras de gas quizás se avergonzarían si tuviéramos tiempo de decirles cómo se están portando sus descendientes.
Porque yo pensé que esto era posible; que un pueblo que ha sufrido debería haber aprendido de su propio sufrimiento. Lo que están haciendo con los palestinos aquí es en el mismo espíritu de lo que han sufrido antes.
Yo creo que ellos no conocen la realidad. Todos los artículos que aparecieron en contra mía han sido escritos por personas que no han ido nunca a saber cómo viven los palestinos, es decir ellos no quieren saber lo que está pasando aquí.
Sería lógico que estuvieran aquí los cascos azules. Pero el gobierno israelí no lo permite. A mí lo que me indigna, y no puedo callarme, es la cobardía de la comunidad internacional que se deja callar.
Ni siquiera hablo de Estados Unidos, del lobby judío, de todo eso que es más que conocido. Hablo de
-¿A usted le sigue pareciendo pertinente la analogía entre el sufrimiento de los palestinos hoy en día y el sufrimiento de los judíos que tuvo lugar durante el régimen nazi y en particular los campos de concentración?
Eso de Auschwitz ha sido evidentemente una comparación forzada a propósito. Una protesta formulada en términos habituales quizás no provocaría la reacción que ha provocado.
Claro que no hay cámaras de gas para exterminar a los palestinos, pero la situación en la que se encuentra el pueblo palestino es una situación concentracionaria. Nadie puede salir de sus pueblos.
Yo lo he dicho y dicho está. Pero si a vosotros os molesta mucho eso de Auschwitz yo puedo sustituir esa palabra y en lugar de decir Auschwitz digo crímenes contra la humanidad. No es una cuestión de más víctimas o menos víctimas, no es una cuestión de más trágico o menos trágico, es el hecho en sí.
Esto que está pasando en Israel contra los palestinos es un crimen contra la humanidad. Los palestinos son víctimas de crímenes contra la humanidad cometidos por el gobierno de Israel con el aplauso de su pueblo.
-¿No cree que sus declaraciones tienen un efecto contraproducente?
Aquí no hay ningún efecto contraproducente. Hay críticas y hay críticas. Hay críticas que son conocidas y por lo tanto no tienen ningún efecto, es decir, se hacen y se repiten infinitamente.
¿Qué piensa sacar de su entrevista con la parte israelí?
No espero mucho. Aquí se ha dicho que yo era víctima de, además de mi ignorancia histórica, de la propaganda barata de los palestinos. Yo contesté que, suponiendo que soy realmente víctima de la propaganda barata de los palestinos, tengo que decir que prefiero eso a ser cómplice de la propaganda cara de Israel.
¿Qué ha escrito usted que tenga más relevancia con este conflicto?
Una novela que yo publiqué hace cinco o seis años, Ensayo Sobre
Es una novela que narra cómo todo el mundo se vuelve ciego. Porque mi opinión es que todos somos ciegos. Ciegos porque no hemos sido capaces de crear un mundo que valga la pena. Porque este mundo como está y como es no vale la pena.
Esa sí que podría tener [relevancia] si los políticos se interesaran por la literatura. Si hay algo sobre lo que reflexionar es sobre la capacidad que tenemos, o que no tenemos finalmente, de inventar un modo de relación humana donde el imperador sea el respeto humano y el respeto al otro.
¿Cuál es el papel de la literatura en este conflicto?
Ninguno. Esa idea de que los escritores tienen que salvar el mundo... Ya nos gustaría, claro está. Si fuera por el arte y todo lo que hemos hecho de hermoso en el pasado, si eso sirviera para algo, no estaríamos como estamos.
La intervención que los escritores puedan y deben tener es por el hecho sencillo de que son ciudadanos. Claro que también son escritores. Si se nos pide algo, o por iniciativa nuestra tenemos algo para decir, lo escribimos. Pero además de tener lo que tengamos para decir, también hay lo que tenemos para hacer. Y el hacer es intervenir en la vida no sólo del país de uno sino también del mundo.