LA FOTOGRAFÍA ANÁLOGA SE NIEGA A DESAPARECER

Por Cristina Espinoza

A partir de inicios de siglo que los rollos fotográficos comenzaron a desaparecer de las estanterías de las casas de revelado. Hoy son reemplazados por tintas para impresora y pendrives, aunque los clientes con sus viejas cámaras aún llegan, algunos ya están orientándose a otros productos.

Del papel fotográfico a un archivo JPEG. Las imágenes que solían destinarse al álbum familiar, hoy terminan en una carpeta del escritorio del computador. Desde la entrada de la fotografía digital, a principios de este siglo, que las ventas de insumos para cámaras tradicionales o analógicas han decrecido abruptamente y si bien, el negocio subsiste, quienes solían tener cadenas de locales hoy funcionan con el mínimo. El revelado tradicional, en el mejor de los casos, no representa más del 30% de los pedidos.

En 1974, Luis Urzúa comenzó con su primer local de revelado e impresión de fotografías, Fotokina, en Santiago. Llegó a tener 20 en todo Chile. Reveló los momentos importantes de miles de chilenos y sus tomas, algunas sin cabeza u otras en las que faltaba una persona. Con la entrada de las cámaras digitales, sus locales se redujeron a seis.

“A contar del año 2000 empezó a avanzar la foto digital y hoy el 70% del mercado es digital. La foto tradicional o análoga todavía persiste y va a continuar porque hay miles y miles de cámaras en el mundo, pero van en franco descenso, de hecho ya no se fabrican”, cuenta Urzúa.

Mauricio García, jefe de ventas de Kodak Express Full Color, agrega que el descenso ha sido sostenido. “Producto del cambio tecnológico, estos clientes han derivado a la fotografía digital. A la fecha yo creo que hay un 50% de caída y los volúmenes año a año van decreciendo 10 a 15% sobre el año anterior”, sostiene. Kodak, que solía tener oficina en Chile, se trasladó a Brasil.

Los 90 fueron la época del auge. “Los años 97-98 fueron buenos, se trabajaba día y noche, uno entraba al laboratorio y estaba lleno de negativos, era precioso. Ahora no, es triste”, dice Verónica Chávez, quien ha atendido un local de Fotos Serra en la Galería Metropolitana de la calle Tenderini por 22 años. Llegaron a tener 7 locales en la misma galería, hoy tienen uno. A pesar de la baja, Verónica cuenta que aún tienen clientes fieles y todos los días recibe, al menos, 5 rollos para revelado. “A veces llega un cliente con 20-30 rollos”, afirma. Los fotógrafos “de provincia”, que hacen trabajos a plazo, están entre quienes continúan con el sistema.

“Antes, en el verano, no se sacaba toda la producción, aunque las máquinas eran más lentas también. Hoy todo pasa por laboratorio digital, igual seguimos revelando películas, pero sólo color”, señala David Cabrera, encargado de laboratorio de Casa Orellana, una de las pocas que quedan en el centro de Concepción.

AMOR ANALÓGICO

¿Quiénes siguen revelando? Principalmente clientes de la tercera edad y otros reacios a la tecnología. “Otro grupo de gente, un poco menor, son los usuarios especializados, con cámaras muy sofisticadas, análogas, profesionales, que logran con el rollo fotográfico tomas y resoluciones mucho mayores que lo que se puede lograr con una cámara digital”, dice García.

En realidad, aclara Ángelo Cánepa, fotógrafo profesional y miembro de Foto-cine Club de Chile, las razones son más románticas que profesionales. “Hay un porcentaje de fotógrafos que sigue haciéndolo, especialmente aquellos que consideran que la foto digital desmerece a los ciclos básicos de la fotografía. Ellos, en su obra artística, siguen trabajando en película”, asegura.

Pero “es un cuento de amor nomás”, explica, porque “es indudable que el nuevo sistema nos aporta un cambio increíble”, agilidad en el trabajo y ahorro en las grandes producciones. “Antes todo tenía que estar hecho al momento de la toma, porque la placa no se podía corregir y había que imprimir como estaba”. Hoy Photoshop y otros sistemas de intervención fotográfica facilitan el trabajo.

CUESTIÓN DE MERCADO

Cánepa se resiste a creer que la fotografía tradicional desaparezca. “No hay un fin de la fotografía análoga, es lo mismo que pasó en el pasado con la fotografía en color, la fotografía en blanco y negro no dejó de existir”, afirma.

A nivel internacional, grandes compañías como AGFA o KONICA ya no producen películas fotográficas.

“El único rollo que está llegando es el Fuji y el Kodak, todas las otras han desaparecido, rollos 110 ya no hay”, asegura Chávez.

“Hay casas fotográficas que venden todavía. Acá en nuestro país hay una cuestión de moda también. Yo trabajaba placas 4 x 5 y no encontré dónde comprar en Santiago, así que tuve que vender mi cámara fuera del país, pero si uno va a Buenos Aires encuentra todo lo que necesita. Yo tengo revistas de España donde está todo lo análogo también y compiten sanamente. Chile es un mercado muy chico y los importadores fotográficos tienden a traer lo que es más fácil”, sostiene Cánepa.

CARPETA DE FOTOS

En los 80 llegaron a Chile los “minilab” y con ellos el revelado en una hora. Hoy se pueden revisar en la misma cámara y muchos ni siquiera las imprimen. “Este negocio se sostenía en la venta de rollos y en la impresión posterior de ellos. La diferencia es que hoy día se toman infinitamente muchas más fotos que antes, pero pocos imprimen”, dice García.

Muchos prefieren guardarlas en el computador o publicarlas online. “El campo de impresión digital bajó mucho y por eso los negocios han cerrado, se imprimen menos fotos y se guardan más, lo que también implica un grave riesgo, porque las tarjetas de memoria se borran, se pierden, los DVD se echan a perder”, señala Urzúa.

Cabrera cuenta que, al menos en Concepción, tras el terremoto llegó más gente a imprimir sus fotografías. “Muchos perdieron sus archivos. Antiguamente la gente las guardaba en cajas de zapatos, en álbumes familiares y de repente sacaban sus fotos antiguas, así terminaban. Ahora la gente está volviendo a imprimir en papel tradicional”, asegura.

En Kodak Express se han enfocado en otros formatos para mantener el negocio, como la impresión de “foto-regalos”, libros, calendarios y tazones con imágenes. “A la foto análoga le queda muy poco”, sostiene García.