Por: *Sandro Montenegro
Extrañados miles de chilenos y chilenas miramos la televisión, el pasado 21 de mayo, como en directo se transmitía la batalla campal entre una muchedumbre que protestaba y Carabineros que se mantenía a distancia sin actuar o actuando para dispersar momentáneamente.
Los que estamos porque la gente se defienda y tenga una organización democrática capaz de protegerse de la violencia cotidiana que realiza las fuerzas policiales y el Estado, podríamos mirar con simpatía como jóvenes desplegaban una capacidad de enfrentamiento contra la represión.
Pero es evidente que Carabineros, en este caso su alto mando y el Ministerio del Interior, desplegaba una acción policial de carácter mediático con el objetivo de posicionar una imagen de “victimización” de una Institución represora, intentando limpiar su imagen, que si corresponde a la realidad, de fuerza abusiva y de paso colocar a los que protestan como gente desquiciada que raya en el lumpen.
LIMPIAR LA IMAGEN
Carabineros de Chile, durante el 2011, ha estado inmerso en innumerables hechos de corrupción de distinta índole donde están involucrados tanto Carabineros nuevos, como suboficiales y oficialidad. Casos en que oficiales abusan sexualmente de sub-alternos, hombres y mujeres, robos, drogas, carabineros involucrados en accidentes de tránsito, en muertes de civiles, en negligencias para asistir a población civil indefensa. Los casos son muchos.
Las acciones represivas injustificadas hacia las movilizaciones de trabajadores, estudiantes y pobladores, quedando en evidencia por ejemplo el caso de la joven Estudiante de Concepción, con una grave lesión en su ojo y la detención arbitraria de medioambientalistas en la Plaza Italia, que llevo a la inédita resolución de una jueza de -declarar esas detenciones como ilegales-, son parte de la pérdida de la imagen positiva de carabineros de Chile.
LA IMAGEN ES TODO
El alto mando sabe que la imagen vale mucho, por años Carabineros ha intentado legitimarse frente a la ciudadanía y ganarla como aliado a su labor de represión. El oficial de rango mayor es hoy por hoy un político y actúa en consecuencia.
La decisión se tomo en el Ministerio de Interior, con Hinzpeter. De victimario a víctima, esa es la movida.
ACCIÓN CRIMINAL DEL ALTO MANDO
La agresión que muchachos indignados, seguramente hastiados de ser apaleados en cada movilización, emprendieron contra una grupo de Carabineros, que dejó a uno de ellos hospitalizado, intenta horrorizar a la población, producir un shock social y lo produce seguramente.
Pero pocos observan un detalle importante, ¿qué hacían allí estos carabineros, sin la indumentaria adecuada para las movilizaciones de este tipo?, ya existía un precedente, para que carabineros fuera equipado para la ocasión, una semana antes, con una movilización parecida, donde asistieron 30 mil personas y donde también hubo fuertes enfrentamientos. Lo concreto es que el alto mando colocó a esos Carabineros ahí para ser golpeados y ojala trasmitido en directo, lo cual habla muy mal de alto mando y la confianza que deben tener los carabineros comunes y corrientes con su jefatura.
Además de una orden irresponsable de los altos mandos, deja mucho que desear la actitud del piquete de carabineros que arrancan, dejando a uno de sus pares en el suelo; salvo el carabinero que se quedo protegiendo al caído, el resto arrancó como si no tuvieran ninguna preparación para estas circunstancias. Sospechoso a lo menos.
Esperamos que así como los familiares del carabinero herido, no permitió la visita de los convocantes a la marcha, también no permita la visita de los carabineros que lo abandono.
En el mismo sentido la decisión de Hinzpeter, de retirar y luego reponer las bombas lacrimógenas son parte del todo y no tanto una payasada como lo define Carlos Peña, rector de la UDP, en El Mercurio del Domingo.
Todo está enmarcado en la idea de manejo de crisis y las operaciones que se pueden realizar para influir en la correlación de fuerzas a favor o en contra del gobierno o de algún tema en específico según los análisis correspondientes.
UNA OPERACIÓN PELIGROSA PERO CONTROLADA
Como toda operación de estas características tiene riegos adversos, que pueden jugar en contra como una cierta imagen de ingobernabilidad que puede afectar la imagen país, que ya está dañada con represión o sin represión, al recorrer el mundo el tema de Hidroaysen, casi símil a la destrucción de la Amazonía. También juega en contra la reacción que pueden tener los sectores más duros en términos represivos o de "mollera" en la derecha.
Pero, son riesgos calculados, como dijo una alto oficial en directo cuando estaba la gresca en Valparaíso, al asegurar que el procedimiento se estaba cumpliendo como lo planificaron.
La acción seguirá con la aparición de los alcaldes, comerciantes y medios de comunicación, que seguramente ya tienen sus encuestas hechas para pedir mano dura, mano dura donde ya tendrá parte de la opinión pública a favor, y un respaldo a la acción represiva de las fuerzas policiales.
¿Cuántas veces, la Dictadura, la Concertación y ahora Hinzpeter y Piñera, han hecho lo mismo?
POR QUÉ LA URGENCIA DE LA OPERACIÓN POLÍTICA - POLICIAL.
Tenían que hacerlo ahora, pues el futuro se ve difícil, un movimiento social que sale a la calle, ya no de la mano de los políticos sistémicos. Un movimiento social que se puede “salir de madre” y colocar en duda real la gobernabilidad del sistema.
Esa gente que sale a la calle, hay que construirle una mala imagen, como la imagen que han intentado hacer contra la rebeldía mapuche.
Los sectores sociales que adhieren a la causa medioambientalitas son jóvenes, universitarios principalmente y también de clase media e incluso alta. Sector al cual hay que disciplinar con el “cuco” de lumpen.
Para los que queremos cambios reales, es necesario juntar las expresiones de descontento en los sectores más precarios, el bajo pueblo, como diría Gabriel Salazar, con las de sectores sociales medios descontentos ante tanta mentira e injusticia. La idea del gobierno es poner allí una barrera de largo aliento.
De paso la Concertación actúa para encabezar un descontento programado y así hacer realidad la tal mentada alternancia en el gobierno. (Será motivo de otra reflexión)
¿EN ESTA NUEVA BATALLA CALLEJERA MEDIÁTICA, QUIÉN GANARA?
Ojala tengamos la sabiduría de dar una batalla con suficiente inteligencia que nos permita que el pueblo sea protagonista callejero, con capacidad de enfrentar todos los escenarios al sistema, que incluya la necesaria autodefensa y uso de la fuerza inteligente y la capacidad de manejar el escenario mediático.
Se ve difícil, pero no imposible.
*Sandro Montenegro
Analista
Centro de Estudios Francisco Bilbao.