LOS ARCHIVOS DEL CARDENAL Y LA DERECHA

Por Alejandro Lavquén

La puesta en el aire de la serie Los archivos del Cardenal, en la señal de Televisión Nacional de Chile (TVN), que denuncia los crímenes de la dictadura militar, no pasó indiferente para la derecha pinochetista que controla el gobierno de Sebastián Piñera, es cosa de ver la conformación del nuevo gabinete. Uno de los personajes que ha levantado la voz con mayor vehemencia -y caradepalismo- es el diputado Alberto Cardemil, ex ministro de Pinochet y, por lo tanto, cómplice de los atropellos a los derechos humanos; es decir, nuevamente la vieja historia de “el ladrón detrás del juez”. A él se han sumado las voces de otras viudas del dictador, como son, por ejemplo, Hermógenes Pérez de Arce y Sergio Melnick, dos de los personajes más perniciosos de la historia política de Chile en los últimos cuarenta años, sólo comparables con la malignidad de Agustín Edwards, Jaime Guzmán, José Piñera, Álvaro Bardón, Gonzalo Vial y Pablo Rodríguez, otros pinochetistas a ultranza.

Diga lo que diga la derecha, los hechos históricos no mienten y son concretos, en Chile la derecha, y una parte de la Democracia Cristiana, serviles al gobierno estadounidense de Richard Nixon, y utilizando a las Fuerzas Armadas como su brazo armado, derrocaron el gobierno legítimamente elegido de Salvador Allende. Luego vinieron diecisiete años de violaciones atroces a los derechos humanos y el saqueo de los recursos naturales de todos los chilenos. Hasta el día de hoy los culpables de tales tropelías no han sido juzgados, entre ellos los personajes nombrados más arriba. Esa es la verdad y no otra. Con sus alaridos, tras el estreno de Los archivos del Cardenal, sólo buscan justificar sus acciones siniestras y traspasar la culpa a las víctimas, intentando distorsionar los hechos históricos, buscando el olvido y la impunidad en el inconsciente colectivo de los chilenos. Pero eso no debe ser permitido jamás. Debemos luchar por obtener justicia sin temores ni claudicaciones, sólo así podremos lograr una sociedad verdaderamente democrática y creíble.