Decirlo no es una exageración, sino que corresponde a una realidad alarmante, ya que solo así se puede describir el comportamiento de los uniformados que aparecen en las fotografías. Cubriéndose con sus mascaras y escudos actuaban como si estuvieran drogados, sin mostrar ningún respeto a las mujeres presentes, fue así como un piquete se abalanzó sobre unas menores de edad que tuvieron la mala suerte de estar en el lugar y que fueron vejadas, manoseadas y arrastradas del pelo para subirlas a la micro institucional.
A las reporteras graficas las insultaron diciéndoles “maracas que andan tomando fotos” y después las emprendieron a garabatos y empujones con sus escudos en actitud de provocación contra los gráficos de medios tradicionales y alternativos, impidiendo que dejáramos evidencias de su repudiable proceder.
Claramente carabineros provocó a la prensa para que caiga en su juego, para luego tener un pretexto para detenerlos y humillarlos como ya ha pasado en otras oportunidades.
En ese momento, hasta un flaite era más decente que ellos, que de seguro se sentían amparados por la impunidad que les dan sus superiores y el gobierno, que ni se entera que está avalando estas tropelías de gente de sus filas y que desprestigia a su institución. Más encima cuando dan declaraciones después de una protesta, solo informan cuantos carabineros heridos hubo, pero ocultan la verdad respecto a los civiles heridos y maltratados. Es de esperar que los ideólogos de estas “estrategias represivas sionistas” asuman su responsabilidad y se liberen de los malos elementos, que actúan como Rambo en batalla.
Si de amparar conductas inapropiadas se trata, basta con recordar el grave accidente provocado por la grúa de carabineros que venía remolcando a un guanaco contra el tráfico en la autopista y un oficial dijo muy suelto de cuerpo ante las cámaras “que tenían que hacer una investigación para determinar lo que había ocurrido”. Esto haciendo caso omiso de las declaraciones de más de veinte testigos que vieron claramente la imprudencia inexcusable del conductor de la grúa, que casi le cuesta la vida a un civil inocente y a quien está por verse si la institución le responderá por los daños o lo culparan a él.
Es tanto el descaro que parece burla, por eso algunos que no son tan caradura, prefieren dejar el uniforme en la comisaría e irse en calzoncillos a su casa, siendo perseguidos como el peor de los delincuentes por sus propios colegas de armas, como le ocurrió al suboficial Ripetti. ¿Cuánto más nos faltará por ver?.
PACOS ABUSADORES