Por: Hardy Peña. 17 de enero de 2006
Al iniciarse la quinta semana de mi nuevo encarcelamiento, y, ante la falta de voluntad política de quienes pueden resolver mi situación, he decidido recurrir, una vez mas, a la única herramienta de presión, protesta y sensibilización, que tengo a mi alcance: la huelga de hambre.
A partir de hoy, 17 de enero de 2006, se abre un nuevo escenario en esta coyuntura, de ya un mes de duración, y con el tema electoral resuelto. Comenzó el 21 de Diciembre de 2005, con mi arbitraria detención por parte de gendarmería, medida avalada por el gobierno, y justificada en faltas menores, revocándoseme el régimen de reclusión nocturna, logrado tras un consecuente y combativo periodo de luchas, articulado en extensas movilizaciones, incluidas largas huelgas de hambre, donde cumplí a cabalidad mi papel en primera línea, permaneciendo por 13 años en las cárceles de los gobiernos concertacionistas.
Una huelga de hambre, de casi dos semanas de duración, ayudó a instalar esta situación de injusticia y mantenimiento de la prisión política. A contar del lunes 2 de Enero, suspendí la huelga de hambre, para dar tiempo y espacio a una solución técnico-política. Ha transcurrido un plazo prudente de espera a las gestiones realizadas, a las solicitudes presentadas, y a las movilizaciones llevadas a cabo en tal sentido. Evasivas, falsa información, puertas cerradas, ha sido la disposición y respuesta de la autoridad penitenciaria y gubernamental, que ha pretendido borrar con represión lo que se consiguió con decisión y convicción de ser libres.
Cuando pude, por fin, volver a vivir en libertad, junto al último grupo de compañeros(a), de esta generación, se comenzó a cerrar un proceso de lucha contra la prisión política, desarrollado por prisioneras y organizaciones e instancias de participación populares y sociales, amigos(a), individualidades progresistas y familiares. Este amplio movimiento ha sido golpeado con la apertura de esta nueva arista represiva y encarceladora.
Recurro nuevamente a esta medida extrema de poner salud y vida en primera trinchera de lucha, como instrumento de presión política, ante la indiferencia de muchos y exigido por el anhelo de recuperar mi interrumpida libertad.
Pido que se difunda esta realidad por todas partes, que se solidarice con mi causa, con imaginación, audacia y actitud. Hago un llamado a los que se organizan y actúan a ayudarme a vencer la jaula donde pretenden sepultar mis sueños y mi vida.
¡ABAJO LOS MUROS DE LA PRISION!
¡NI UN DIA MAS ENTRE REJAS: A LA CALLE!