Por Alejandro Lavquén
“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. “¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado”. “…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está”.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa
En el día de ayer (lunes 01 de agosto), el ministro de Educación, Felipe Bulnes, entregó la respuesta del gobierno al petitorio de los estudiantes movilizados para conquistar una educación pública de calidad y estatal, petitorio que también incluía, entre otros asuntos fundamentales, la desmunicipalización sin privatizar, fin al lucro, reforma tributaria, reforma constitucional, etcétera. Como era de esperar, salvo para los ingenuos, la respuesta del gobierno fue un documento gatopardista, “que todo cambie para que nada cambie”, donde la retórica “de buenas intenciones” prevalece por sobre la solución real del problema de la educación en Chile. Ya lo había planteado en un artículo anterior, Bulnes es un patrón de fundo, pero hábil comunicacionalmente, y ayer respondió como tal.
Los cambios que Bulnes propone sólo apuntan a imponer, en el tiempo, el proyecto GANE de la UDI, a detener las movilizaciones y doblarle la mano al movimiento social. Los cambios expuestos equivalen, por dar un ejemplo, a los propuestos por Ricardo Lagos Escobar cuando la Concertación, aliada con la derecha, “cambió” la Constitución pinochetista de 1980, es decir, más de lo mismo pero en otro envase, coca-cola por pepsi, y miren donde estamos! La derecha sabe que bajando la movilización tendrá ganada la batalla, por eso ha elaborado un documento de respuesta apolíneo, sentimental, lechoso, conciliador, lleno de “expresiones país”, que además le sirva para embaucar a la opinión pública y llevarla hasta su redil.
Ante este panorama, pienso que sería un error que los estudiantes y profesores aceptaran la propuesta del gobierno y bajaran las movilizaciones. No se puede ser esclavo del sistema toda la vida, y hoy es el momento de agudizar las contradicciones sociales para lograr cambios reales. El sistema político, económico, educacional y jurídico que nos rige es ilegítimo, pues fue impuesto a sangre y fuego por los militares y la derecha que hoy gobierna el país, no fue impuesto por decisión del pueblo soberano; por lo tanto, al agudizar la lucha –con argumentos sólidos y legítimos- sólo estamos queriendo recuperar lo que nos fue robado por la dictadura. Tan simple como eso.